Volviendo del trabajo del campo: ¿qué hice?

Hola! esta entrada demoró más de la cuenta en salir, porque llegué de Argentina y estuve toda la semana siguiente en modo zoombie, y la siguiente a esa #porquemuchaspruebasytrabajos. Y así, no he podido parar con la universidad #meopasépo.
Como comenté en mi última entrada, estuve en Argentina por alrededor de 10 días, así que pensé que la mejor entrada que podía hacer ahora era contar un poco de mi experiencia en el país vecino. Como me fui por motivos "laborales/estudiantiles" y porque he notado harta curiosidad respecto a mi carrera, preferí hacer esta entrada tipo "qué se supone que es el trabajo de campo (y qué se supone que hacemos ahí") así que enmarcaré mi experiencia dentro del contexto del fieldwork, o de la etnografía. Nuevamente, trataré de explicar de la forma más
sencilla posible.

(La foto es del cartel que había al ingresar al Retamo, el pueblo argentino en donde estuve por una semana).

¿Qué es la etnografía o el trabajo de campo?

Ante todo pienso que el trabajo de campo o la etnografía es un enfoque dentro de las metodologías cualitativas (sí, de esas que se fijan en cualidades y cosas relacionadas con estudios no economicistas ni estadísticos y no en números); y se le llama el enfoque etnográfico. Éste se popularizó por allá en el año 1922, cuando Bronislaw Malinowski, físico, matemático y antropólogo polaco -sí, el tipo las hacía todas- se volvió un prisionero de guerra y tuvo que escapar desde Inglaterra a las Islas Trobiand (algo así como unas islas perdidas en la Oceanía) para permanecer allí por alrededor de tres años. El tipo, entusiasta y egocéntrico, aprovechó su prolongada estadía para "volverse uno más de los nativos" -o intentarlo- y registrar información, documentar, analizar e investigar respecto a una cadena de rituales que se desarrollaba en la zona, llamado Kula; un ritual en donde las distintas comunidades se regalan joyas para hacer tratados implícitos de guerra o de paz. El producto de esto, fue un libro llamado Los argonautas del Pacífico Occidental, que es considerado como el gran manual etnográfico y el primer trabajo de campo como metodología institucionalizada. Adivinen quién es el amigo Bronislaw acá:

(a mí me produce un placer indescriptible ver estas fotos porque aunque como teórico puede simpatizarme un poco el tipo, como etnógrafo me parece un ser despreciable).

Personalmente hago una distinción entre el trabajo de campo y la etnografía. El trabajo de campo, es como diría Geertz, el estar allí. Si los antropólogos estudiamos la "diversidad de culturas" es lógico que vayamos a recoger datos o a intervenir en los lugares en los que se desenvuelve esa cultura o grupo social (es por eso que suele decirse que los antropólogos viajamos harto). Cuando queremos estudiar a un grupo de personas o ayudar a solucionar un problema práctico, o trabajar con una comunidad, es lógico ir al lugar en donde viven esas personas, para recoger datos en el ambiente más natural posible, estando con la gente, y observando como se comportan ellos y ellas en su ambiente natural (y ojala poder comportarnos como ellos/as, eso se llama observación participante; es decir, participar de las actividades naturales de la comunidad, pero nunca lo logramos). Solo así obtendremos información de primera fuente, y lo más fidedigna posible.
Para mí, el trabajo es ante todo ser persona y compartir vivencias y un pedacito de nuestra cotidianidad con ellos y junto a ellos; es el observar, participar, aprender y enseñar, durante el período de tiempo que dure nuestra estadía. El trabajo de campo tiene dos fines, a mi parecer: producir conocimiento dentro de la disciplina, y sustentar una investigación antropológica, o resolver un problema práctico o político dentro de la comunidad con la que se trebaja. Yo he hecho ambas.  
La etnografía, es la escritura de todo lo que hicimos en trabajo final; un libro, un artículo, con paper; y hay miles y miles de formas de escribir etnografía. Es la condensación y el orden de todo lo que vimos y vivimos, en el papel.

¿Qué se hace en trabajo de campo? 

¡De todo! Realmente...
Esta materia es obligatoria dentro de la malla curricular de mi carrera; y consta de 7 "laboratorios etnográficos", que vengo haciendo desde que voy en primer año. En el primero, viajamos cerca de Santiago y el objetivo era solo soltar la mano etnográfica, así que nos hicieron encontrar a alguien que desarrollara algún oficio y describirlo. Describir, describir, describir; nada más. Así la complejidad ha ido aumentando; he hecho terrenos en Santiago y en otras zonas. El laboratorio III constaba en desarrollo de pregunta y objetivos de investigación y desarrollo de entrevistas; una mierda que aprobé con mucho sufrimiento y que no disfruté tanto; lo que hizo mermar mi gusto por el trabajo de campo, "con la gente", y la etnografía. El laboratorio V, se realizó en Argentina para evaluar algunos proyectos sociales de la universidad de Cuyo; en el marco de la antropología de resolución de problemas prácticos. Para esto, teníamos que usar metodologías que incluyeran a la comunidad, trabajar con niños, y a mi parecer, hacer más o menos lo mismo que he venido haciendo.
La diferencia; recayó en el lugar y en la gente.
Entendiendo que era un proyecto para los niños y niñas de la escuela solamente, nos dimos cuenta que eso no resultaba, así que decidimos trabajar con toda la comunidad. El trabajo, más que en entrevistas, análisis, actividades, consistió en...simplemente compartir con la gente. En estar ahí. En ser, por algunos días, parte de la comunidad.
El Retamo queda a cuatro horas de Mendoza y es muy difícil llegar, por lo que salir de ahí era prácticamente imposible. Con mis dos compañeras nos hicimos partícipes de casi todo: jugábamos con los niños y niñas (mucho), conversábamos con la gente, íbamos a almorzar a sus casas, jugábamos con los animales, tomábamos mate, hacíamos programas en la radio, etc. Fue todo muy natural, muy...vivir ahí. Como el proyecto se trataba de un proyecto radial, tratábamos de abarcar el tema de la radio en las conversaciones con la gente, con los niños, a la hora de almuerzo, etc. Y como además, era un proyecto que tenía que ver con la identidad de la comunidad, tratábamos de saber o aprender que era "lo propio" del lugar, lo que nos llevó, entre otras cosas a trabajar con animales y plantas autóctonas de la zona. Este es un libro textil bordado a mano que hicimos con las chicas, como un regalo para los niños con los que trabajamos, jugamos, y nos hicimos amigos. Los dibujos fueron hechos por ellos y bordados por nosotras. Sí, nos demoramos harto.

Así que finalmente diría que el hacer trabajo de campo es más bien un oficio y un ejercicio de improvisación responsable, pues compartimos con personas diferentes a nosotras, con una cultura diferente, y eso siempre conlleva dilemas éticos y morales. El trabajo de campo significa ajustarse, aprender, adecuar las metodologías, bordar hasta las tres de la mañana, jugar a la ronda y a la pelota, hacer sopaipillas, ayudar con los animales y hartas cosas más. Yo personalmente me traje una experiencia muy rica de Argentina, y sufrimos demasiado a la hora de salir del Retamo. 


La experiencia en el Retamo

Contar como fue todo en una entrada sería latear y aburrir, además de que es demasiado. Solo podré comentar algunas cosas como que estuvimos viviendo una semana exacta en la comunidad y que nos alojamos en una Parroquia rodeadísimas de la presencia del Señor. En el Retamo las casas son un poco extrañas; no tienen lava manos, lava platos y no hay un sistema de pozos sépticos (tirar la cadena del baño era toda una experiencia). particularmente, la iglesia tampoco tenía ducha; así que la Jaqui, nuestra vecina, nos prestaba la ducha de su casa y a veces nos invitaba a comer o nos iba a ver con su esposo. Tampoco había señal telefónica, ni menos internet. El agua potable, llegaba solo a veces; por lo que tuvimos que llevar comida y bidones de agua desde Mendoza, con lo engorroso que puede ser eso. Llegamos el viernes y ya el miércoles no nos quedaba agua. Como si fuera poco, apenas llegamos, un perro se comió el pan que llevábamos para toda la semana y tuvimos que racionalizar el agua y la comida y eso. Fue tan targicómico como se lee; en serio. Encima llegamos muy cansadas desde Mendoza y la primera noche casi ni dormimos, así que al segundo día, sumado a otros factores, yo ya lloraba rogando llegar a mi hogar o al menos a Mendoza (de verdad), y para mis amigas la situación no era tan distinta. 
Esa misma noche nos trasladamos a la iglesia y empezamos a ver un poco de luz en este proyecto. La escasa comunicación que teníamos con el profesor nos mantenía tranquilas, a pesar de todo. De a poco las cosas se fueron dando; los niños nos esperaban para jugar o comer juntos, la gente nos invitaba a sus casas o nos iba a ver a la iglesia; nos dejaban jugar con sus animales, nos enseñaban a cebar el mate y así. 

(la penúltima noche el comité de la comunidad nos hizo una cena de despedida y fue muy triste)

El lugar era hermoso, pero seco y caluroso. Y eso también nos deterioraba y entorpecía nuestro trabajo. Si de algo me hice muy consciente en este terreno, a diferencia de los otros, fue del cuerpo del antropólogo como instrumento de investigación; ¡estábamos tan cansadas! que los primeros días todo parecía lento y torpe. Además, estábamos mal alimentadas y tomábamos poca agua, así que fue un poco lento todo. Por mi parte, cubrí mis tatuajes y me saqué los piercings porque llamaban demasiado la atención de la gente y provocaban cierta impresión un poco errada de mi. Nunca me había pasado eso, de ser tan consciente de eso y de decidir por cuenta propia, que era lo mejor -respecto a mi apariencia- para convivir con la gente y los niños.
Mis amigas se enfermaron y por suerte el médico del lugar era un encanto y nos atendía e íbamos a conversar con él (porque su hijo vivía acá en Santiago y nos hablaba de nuestros centros comerciales o de nuestra ciudad y a mi me hacía sentir muy en casa) . Además, teníamos el factor de [animales] que lo hacía particularmente interesante. A veces a alguien se le escapaban los caballos en la noche y si justo estábamos afuera en la calle, teníamos que esperar que los atraparan para ir a la casa porque eran caballos salvajes. A mi me encantaba salir de noche -acompañadas por los niños- porque les juro que las estrellas eran tan brillantes y tan grandes que llegaban hasta el suelo, era un espectáculo maravilloso, que a mi particularmente me emocionaba mucho.
Los niños fueron demasiado importante para nosotras y aun lo son. La última noche que estuvimos ahí, tuvimos una larga conversación y lloramos mucho, todes, porque nos íbamos y porque sabemos que es muy difícil que nos volvamos a ver. El último día, había carrera de caballos, así que fuimos y comimos helados con los niños para despedirnos de la manera más natural posible; lo que no resultó mucho (quisiera mencionar que no pongo fotos de ellos porque son menores de edad y no contamos con el consentimiento explícito de sus padres para compartir sus fotos).
Luego de 5 horas de viaje en un trayecto llenísimo de tierra, llegamos a Mendoza a alojar en un hostel con dos amigas que trabajaron ahí. Lo único que hicimos fue tomar cerveza, bañarnos, y pedir comida a domicilio. Les juro, no saben lo maravilloso que fue saber de mi familia y amigos después de poco más de una semana. Finalmente, nos juntamos todos, compañeros y profesores, equipo docente, etc, en un camping de Mendoza para compartir las experiencias, comer juntos y sobre todo, celebrar. 

Eso ha sido todo de manera muy resumida. Espero que esta entrada haya sido mucho más ilustrativa que aburrida, y por sobretodo, que les haya gustado. Si les gustan este tipo de entradas más de "antropología", díganmelo por fis, así puedo ir pensando en más cosas para compartir. A su vez, si tienen alguna duda no se repriman! jaja, pueden hacerla en el chatbox que me parece más rápida que un comentario. Eso ha sido todo, espero que tengan un buen fin de semana y que disfruten mucho de su Halloween jeje.
Saludos!, 
Fran.




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